Megamente, dirigida por Tom McGrath y escrita por Alan J. Schoolcraft y Brent Simons nos presenta una nueva propuesta para el tradicional y adorado género de los superhéroes. A través de la animación, esta película nos transmite un mensaje directo, para hacernos ver que hasta el ser más oscuro busca siempre algo de cariño.
Los villanos en el cine han escrito su propia historia, una que está llena de momentos y personajes inolvidables. Por supuesto, los súper héroes no podrían ser lo que son, si no tuvieran a su lado a ese antagonista capaz de hacerlo todo por impedir su triunfo. En esta cinta, precisamente los malos se convierten en los protagonistas, dándole todo un giro a la lógica de lo que solemos ver en la pantalla.
Que mejor que esta nueva mirada se haga a través de la animación y del humor. Porque si algo abunda en esta película es momentos llenos de diversión. Puede que a nivel técnico y visual no le llegue ni a los tobillos a la película de animación del año Toy Story 3, pero lo que es cierto es que su historia, su guión y sus voces – a cargo de estrellas de la talla de Brad Pitt y Tina Fey - le dan el toque perfecto para convertirla en una película que garantiza el 100% de retribución en diversión y carcajadas.
La historia relata la vida entre el bien y el mal de Megamente y Metro Man, dos superhéroes enviados a la Tierra cuando apenas eran unos recién nacidos. Ambos crecen en lados opuestos. Por un lado Megamente es objeto de burlas de los demás niños, mientras que Metro Man es adoptado por una familia adinerada convirtiéndolo en el chico más popular de la escuela. Al crecer, Megamente se convierte en un villano pero todos sus planes se van al traste cuando entra en acción Metro Man, quien fácilmente se viste con la capa del héroe de Metro City. Un día y cuando Megamente sorprendentemente logra vencer a su archirrival, todo esta trama da un giro inesperado, donde este villano se encontrará en el más misterioso dilema, pues jamás pensó que el triunfo que siempre quiso, generara en él algo tan inesperado.
En definitiva es una historia perfecta para compartir en familia, pues la moraleja que deja luego de disfrutarla le cae bien a personas de cualquier edad.